Ambas partes no solo han de atenerse a la reglas propias que impone todo acuerdo de voluntades, sino que, además, tanto el trabajador como el empleador han de desenvolverse respetando los deberes de buena fe, colaboración y participación, con el fin de alcanzar ambos sus objetivos, por un lado el empleador, la satisfacción del negocio y por otro el trabajador de percibir su remuneración.
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