El proceso resulta importante porque no sólo opera como un instrumento para la defensa de los intereses de los particulares, quienes aspiran en forma individual a la solución de sus conflictos o disputas, sino porque a través de él, que garantiza la conservación del ordenamiento jurídico, se restablece o mantiene la paz social.
Su transcendencia, como se observa, excede el ámbito privado, lo que permite concebirlo como un medio jurídico de importancia social que, reconstruyendo artificialmente la realidad afectada por no seguirse la pauta de conducta establecida en la regla jurídica de derecho material, asegura un comportamiento colectivo civilizado y en armonía. La necesidad social de que se actúe forzosamente, mediante el proceso, la norma sustancial, en razón de la función reguladora que ella cumple, confiere al proceso una importancia de idéntica naturaleza, esto es, social.
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